Últimamente todos los textos y libros que estoy leyendo me conducen sin pérdida hacia el “self love”. Me gusta más como suena esta expresión en inglés que en castellano: "autoestima", “amor propio” o “amor a uno mismo”.
Confundimos “self-love” (amor a uno mismo, autoestima) con “selfishness” (egoísmo). Y esto es otro tema educacional, algo que nuestros padres, familiares y profesores nos han enseñado desde pequeños. Otro error en la “programación educacional” que nos lleva al abismo (ok, estoy siendo exagerada, pero bueno).
Siempre nos han enseñado, como mínimo a mí, que no es bueno ser egoísta, que hay que pensar en los demás, incluso antes que en ti mismo. Esto es lo que promueve el catolicismo a partir de las enseñanzas de Jesús. Pero como muchos de sus mensajes, están totalmente desvirtuados en su favor. A favor del control, del miedo y del sometimiento.
Esto no es así. Es cierto que el egoísmo no es positivo, porque, como bien indica la palabra “ego – ismo” -proveniente del latín: “práctica del ego”- promueve el dominio del ego, de la mente, de los pensamientos… de ese “yo” que nos controla y quiere controlar a los demás. Nada que ver con “self-love”, amor a uno mismo. Amarte a ti mismo, significa respetarte y entenderte a ti mismo, aceptando y conociendo tus puntos débiles, e intentando sentirte cada vez más seguro de ti mismo. Sólo cuando nos amamos a nosotros mismos somos capaces de amar a los demás. Sin condiciones. Sin “sis”.
Ayer, leía algo muy interesante en el libro ‘The Mastery of Love’ de Don Miguel Ruiz. Decía que imagináramos que teníamos una gran cocina repleta de manjares, donde podíamos siempre cocinar cualquier alimento que nos apeteciera, y compartirlo con quien quisiéramos. Sin condiciones sin “te doy estas ostras si me das un beso”, simplemente por el placer de compartirlo. Y decía Don Miguel: si picaran a la puerta de tu casa y alguien te trajera una pizza a cambio de controlar tu vida, ¿qué le dirías? Tú tienes en tu cocina pizzas mejores y manjares más apetitosos! Por supuesto que le dirías que no. Pues esto es lo que hacemos con el amor. Tenemos una cocina mágica en nuestro interior repleta de amor y no lo sabemos, y cualquiera viene a darte un poco de amor condicional y lo aceptamos sin saber que lo que nos dan ya lo tenemos. ¿No os parece una metáfora preciosa?
Cuando consigues amarte y aceptarte no necesitas nada más. Entonces eres capaz de marcar límites con aquellos que te rodean y romper esos comportamientos abusivos fruto del pensamiento “programado” de “tengo que complacer al otro”. Eso no es así. Nosotros estamos aquí para ser felices, para irradiar luz, para hacer todo aquello que nos plazca, respetándonos y respetando a los de nuestro alrededor. Pero respetar a otra persona, no significa sucumbir a sus deseos o caprichos. Yo respeto a mis padres, familiares y amigos, pero ellos me deben respetar a mí. No me pueden manipular con chantajes emocionales, ofreciéndome pizzas a cualquier precio. No. Pero yo tampoco puedo hacerlo.
Nos han impuesto totalmente la idea del “sacrificio”. Hay que sacrificarse por los demás! Hay que sacrificarte por tu pareja, por tus hijos, por tus padres y por todos… Pero nada más lejos de la realidad. No tenemos jamás que sacrificarnos por nada ni por nadie… El sacrificio es un “invento” de las religiones para controlar y someter a la humanidad. Nada más.
Centrémonos en querernos, en respetarnos y en honrarnos haciendo aquello que nos hace sentir bien. Tenemos una gran brújula en nuestro interior, y es nuestro corazón. Escuchándolo podremos saber hacia dónde ir. #FollowYourHeart
No hay comentarios:
Publicar un comentario