Debo explorar tres temas: el rechazo, el abandono y la depresión. Estoy inmersa en ello. Los siento como una puñalada profunda en el estómago. Duele.
Cuando pueda con ellos, cuando los conozca profundamente, cuando haya convivido con ellos durante un tiempo y haya conseguido ver que no hay que temerles, que al aceptarlos su fuerza se diluye, seré una persona nueva. Más fuerte, más valiente, más orgullosa de mí.
EL RECHAZO. Aceptarlo es complicado. Supone que alguien no te escoge. Se aleja de ti. Decide que no formes parte de su vida. Podríamos hablar de rechazo laboral pero, en mi caso, hablo de rechazo personal. No sé cuál debe doler más. Hay muchos profesionales que se deben enfrentar diariamente al rechazo. Se presentan a pruebas y no los escogen. Ilusión y decepción. No es nada fácil lidiar con eso. Pero el rechazo personal... creo que duele más. Sobretodo cuando te rechaza alguien a quien amas.
Durante años he visto a padres que rechazaban a sus hijos. Hay muchos que no los aceptan como son. Hay muchos que no son capaces de cuidarles como se merecen y deciden rechazarlos. ¿Qué se debe sentir ante ese empujón? Dolor. Infinito dolor. ¿Cómo se supera? Con la aceptación. Así de fácil y así de difícil.
Todo tipo de rechazo se supera aceptándolo y, sobretodo, no rechazándote a ti mismo. El gran problema del rechazo es que nosotros mismos seamos quienes nos auto-rechacemos. Cuando pones tu foco en otro y no en ti. Cuando das poder a otra persona sobre ti, te estás rechazando. Estás amando más a la otra persona que a ti mismo. Y, evidentemente, si esa persona te rechaza, es porque antes te has rechazado a ti mismo.
También te rechazan porque haces que surja algo en ella que no pueden soportar. Demasiada intensidad. Demasiado amor. Demasiada compasión. Demasiada vida... No pueden con todo lo que tienes que ofrecerles. Es demasiado para ellos. Están en otro punto. No es por ti. Es por ellos. Es un típico tópico. Pero es así. Y huyen. Y lo tienes que aceptar. Les tienes que dejar ir.
El rechazo se supera abrazándonos, mimándonos, queriéndonos, amándonos y, sobre todo, aceptándonos tal y como somos.
A lo largo de mi vida he sentido el rechazo en varias ocasiones, y le he sentido pánico. Supongo que por eso me convertí en una persona tan complaciente. Para evitarlo. Para gustar a todo el mundo. Para que todo el mundo quisiera estar conmigo. Pero el problema de complacer a todo el mundo, es que te olvidas de complacerte a ti. Te olvidas de preguntarte si realmente quieres o no hacer algo. Te olvidas de ti.
Recuerdo que una de las cosas que más me dolían en la vida, siendo pequeña, era que me dejaran de hablar. ¿Sabéis los típicos enfados entre niños en plan "ahora me enfado y no te hablo"? Pues esos. No los soportaba. Iba detrás de la persona que se enfadaba como perro en celo, intentando que me hablara o me explicara qué le pasaba. No entendía su enfado. No entendía qué había hecho y cómo no era capaz de dialogar conmigo para intentar solucionarlo.
Creo que una de las personas que me dejaba de hablar cada vez que se enfadaba era mi madre. Pero tengo recuerdos muy vagos al respecto. Curioso.
El rechazo de una madre, de un amigo y, peor aún, del amor de tu vida, es tremendamente doloroso. Duele a rabiar. No hay operaciones para eso. Sí, hay anestésicos, como el alcohol y las drogas, que muchos utilizan para evitar el dolor. Pero no se trata de evadirlo, porque si lo haces, seguirá ahí toda la vida. Se trata de enfrentarte a ello. Aceptarlo, abrazarlo y dejarlo ir. El rechazo marcha. Una vez se va, ya no vuelve. Eso lo tengo claro.
Aunque no sólo te rechazan a ti. Tú también rechazas a otros en la vida. Rechazas a gente que no soportas por un motivo u otro. Rechazas a cierto tipo de personas a las que no te quieres parecer, o quieres mantener lejos de tu vida. Rechazas porque no te gusta lo que ves en otros... Quizás porque sean partes de ti que no quieres ver. Pero rechazas. Supongo que la clave está en no rechazar, sino en abrazar, aceptar que cada uno es como es, y hacer tu propio camino.
EL ABANDONO. Es fruto del rechazo. Cuando te rechazan te sientes solo, te sientes abandonado, "tirado" cual perro en la carretera. "Él nunca lo haría" dicen de los animales. Cierto es. Un animal nunca te abandona. En todo caso, somos los humanos los que los abandonados.
Me han abandonado. Me han dejado sola. El dolor del abandono, fruto del rechazo. Tenemos miedo al rechazo porque tenemos miedo a sentirnos abandonados, desamparados, solos. Sin el cariño de un amor, sin el amor de una madre.
Madres abandonan a sus hijos. Parejas abandonan a sus amores. Soledad. Fragilidad. Injusticia. Frialdad. Desconexión. Incomprensión. Duda. Miedo. Son las consecuencias del abandono. No es fácil enfrentarse a todo eso.
Por suerte, a nuestro alrededor hay muchas personas que nos quieren y pueden ayudar. Ellos no te rechazan, ellos te abrazan, te escuchan, te entienden, te comprenden y te quieren. Cada uno a su manera, cada uno a su nivel. Familia, amigos y profesionales te ofrecen refugio ante esta situación. Pero en el fondo, quien más te puede ayudar eres tú mismo. Con tu actitud. Con tu valentía. Con tu "tirar hacia adelante". Con tu fé en el proceso. Aprendiendo a amarte, a aceptarte y a no abandonarte.
Quienes te rechazan son reflejo de tu propio rechazo, quienes te abrazan son reflejo de tu propio amor. Quédate ahí. Nada en el amor. Sumérgete en él. Déjate querer. Escúchate y ámate.
Es cierto que a ratos aflora LA DEPRESIÓN. Cuando te sumerges en el rechazo y en el abandono, empiezas a mirar hacia el pasado. Tu mente comienza a recibir imágenes de los buenos momentos, del AMOR que hubo, de la FELICIDAD EXTREMA, de la PASIÓN, de la VIDA y la PLENITUD que sentías con esa persona especial. Y la tristeza se apodera de ti. La pena comienza a emerger y necesitas llorar y lamentar esa pérdida tan incomprensible. ¿Por qué no me puedes querer como yo te quiero? ¿Por qué no quieres estar conmigo? ¿Por qué huyes de mí? ¿Por qué no vienes a buscarme? ¿Por qué me dejas aquí, sola?
No hay respuestas a esas preguntas, así que es inútil hacérselas. Lo que la otra persona siente o piense no está al alcance de tu mano. Incluso ni tan sólo al alcance de la suya. Incluso ni esa persona podría responderlas. Pero lo que sí que es cierto es que su huida de ti es un reflejo de tu misma huida de ti. Que su "no querer estar contigo" es un reflejo del "no querer estar a solas contigo misma" y que su "no te quiero" es reflejo del "no te quieres a ti misma".
Así que la clave de todo, como ya he comentado en otras ocasiones es AMARSE, ACEPTARSE, QUERERSE, ABRAZARSE, CONOCERSE, MIMARSE, ESCUCHARSE y empezar una relación fiel y durarera con uno mismo.
Rechazo, Abandono, Depresión: Estáis ahí. Os siento. Pero sé que me estáis ayudando a crecer, así que gracias y seguro que, en breve, os iréis para no volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario