martes, 7 de octubre de 2014

Sobre el perdón…

Ella me dice que no puede perdonar, que tiene demasiado dolor, rabia y frustración y no puede…

Yo le digo que SÍ se puede. Haciendo un pequeño o gran esfuerzo por entender las circunstancias de la otra persona cuya acción o acciones te han causado ese dolor tan profundo. Perdonando te liberas a ti mismo y de alguna manera liberas a la otra persona.

El tema del perdón es complicado, porque socialmente nos han enseñado que perdonar es de necios, que es “bajarse los pantalones”, es ceder y sucumbir ante el otro. Es de perdedores. Si perdonas, y dejas a un lado el orgullo, eres tonto y te toman el pelo.

Pero el PERDÓN es algo mucho más grande que ese concepto que podrían tener nuestras abuelas sobre ello. Perdonar es observar la situación desde fuera, comprender y tener compasión. Y desde este punto de vista, todo es perdonable. Y al decir “observar desde fuera” me refiero a “observar a gran escala”, a intentar conocer la vida y el entorno de esa persona: sus sensaciones, sus emociones, las represiones a las que se debe haber visto sometida… Quien actúa provocando dolor es porque sufre ese dolor dentro de sí.

Evidentemente “perdonar” no tiene nada que ver con “permitir”, tiene que ver con “comprender”, “dejar ir”, y liberarse del propio dolor.  Siempre que se habla del perdón es importante también tener claro la  demarcación de límites. Yo perdono, pero no me permito seguir sufriendo.

El problema con el Perdón, creo, es esta mezcla de conceptos que “heredamos” de la cultura popular. Confundimos Orgullo con Auto-estima, y confundimos Perdón con pérdida de Orgullo. Y el Orgullo es simplemente el EGO dando por saco. Nada más. No sirve para nada. No es útil. Tener Orgullo no significa quererse más, porque justamente “quererse más” implica no tener orgullo y ser capaz de perdonar y de liberarnos, llenándonos de amor.

Creo también que, si somos capaces de entender  los motivos por los que otra persona se comporta de manera hiriente contigo, es más fácil perdonar. Pero aunque no seamos capaces de entenderlo, porque no cabe en nuestro “sentido común”, debemos tener claro que es necesario perdonar. Podemos decir: “No puedo entender por qué has hecho esto, pero de cualquier manera, te perdono, y me perdono a mí mismo por haberte dado el poder para hacerme daño.”

Es evidente que una misma acción realizada por una u otra persona tiene diferente efecto en ti. Hay con quien somos más exigentes y a quien no permitimos según qué cosas. Puede ser que envíes un mensaje de felicitación a alguien y no te responda, y no le des la más mínima importancia; pero si se lo envías a otra persona y no te responde, te sientes totalmente dolido, ofendido o lleno de inseguridades. ¿Por qué? Porque estamos dando más poder a esa persona que nos causa dolor en lugar de centrarnos en nuestro propio poder.

Este “poder” que otorgamos a ese alguien, es a la vez un “apego” importante del que debemos liberarnos, dejando ir. Respetando y aceptando el tiempo y la situación de cada cual. Centrándonos en nosotros, escuchándonos y respetándonos también a nosotros mismos. Puede ser que, ese amor y respeto a ti mismo y a la otra persona te lleven a alejarte de ella… O puede ser simplemente que se resitúe y se sane la relación, aprendiendo ambas partes de las experiencias vividas.

En todo caso, es extremadamente importante PERDONAR. De hecho, existe la ancestral técnica hawaiana del Ho'oponopono, basada en la reconciliación y en el perdón!

Así que PERDONEMOS, seamos felices y continuemos agudizando al máximo los sentidos para escuchar y entender los susurros de nuestro corazón...

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