No recuerdo ninguna experiencia concreta de rechazo duranten mi niñez. Sí recuerdo haber sentido sufrimiento por ello y haber derramado bastantes lágrimas... pero creo que mi mente consciente ha borrado todas esas experiencias, y aunque lo intento, no puedo recuperarlas.
La vida te regala personas que “pulsan tus botones” y tus demonios más ocultos salen a la luz. Todo el sufrimiento, todo el dolor, vuelve a salir... De nuevo debido a “sentirse rechazado” o “ignorado” o no tenido en cuenta. Evidentemente no es “culpa” de la otra persona que tú te sientas así, es responsabilidad tuya otorgar el poder a según quién para que te provoque ese sentimiento.
Hay una persona que es experta en pulsar mi botón de “sentirme rechazada”. “Boooong” (sonido grave). Punzada en el estómago, rabia, dolor de cabeza, impotencia, sufrimiento y una y otra vez pensamientos de “¿cómo ha podido no tenerme en cuenta otra vez? ¿cómo puede ser tan egoista, pensar siempre en ella y aún y así tener la sensación de que todo lo hace bien?”. Y mi mente es invadida por preguntas sin respuesta, maldiciones y sentimientos de culpa por todo...
Los libros... Sí. Voy a intentar recuperar lo que dicen las decenas de libros que he leído: “La responsable eres tú. Nada importa nada. Estás dramatizando una situación que no tiene sentido porque realmente no es relevante. Perdona y perdónate. Sánate.”. Ok. Sí. Pero, mi pregunta es ¿qué sentido tiene una amistad que casi te provoca más sufrimiento que placer? ¿Qué sentido tiene una amistad en la que tú das el 90% y la otra persona el 10% (siendo generosa)? Y aún más, ¿qué sentido tiene una amistad en la que una de las personas se siente herida frecuentemente y la otra lo ignora, o aún más, si se lo comunica, no es capaz de empatizar con ella? Pues no lo sé... Supongo que es el momento de marcar límites, de marcar mi espacio. De decir: “yo te quiero, pero me dueles, así que con todo mi amor hacia a ti, me alejo de ti”. Es el momento de quererme a mí misma y de no permitir que mi corazón siga sufriendo...
Ayer, leyendo el libro “The Secret of Letting Go” decía que cada día tenías que empezar de cero. Lo que pasó ayer no importa, importa hoy y ahora. Nada más. No te puedes identificar con tus pensamientos, y no vale la pena para nada atormentarse con ellos. Hay que ser capaz de mirar las cosas desde la distancia y no dejar que te afecten y cada día, cada hora, cada segundo tienes la capacidad de volver empezar. De crear un nuevo “tu”. Pues nada, lo intentaremos... Hola! Soy mi nuevo “yo”.
Ese mismo mediodía mi amiga pulsó otra vez el botón; o mejor dicho, yo sentí el sonido del botón tras un hecho X... Y dolió mucho, y estoy intentando sanarme. De hecho, todavía tengo dolor en el estómago por no haber sabido tramitarlo... Tengo que admitir que, después de toda una vida en la que lo que he visto y aprendido es a “culpar o responsabilizar” a los demás de mi sufrimiento, es difícil cambiar el chip. Pero estoy en ello, porque es totalmente cierto. La responsabilidad de nuestro dolor es totalmente nuestra. Nosotros somos los responsables de nuestras reacciones ante ciertos hechos.
La chica que me hizo la lectura de los registros akáshicos me dijo que tenía dificultad para perdonar. Que es algo que debe venir de mi niñez. Debí vivir y sufrir muchas injusticias (según mi criterio, claro!) y no he aprendido a perdonarlas. Esto me sorprende mucho, porque yo creía que perdonaba, pero realmente será que no. Uno perdona cuando es capaz de rememorar el incidente X sin dolor. Y, he de admitir que en muchos casos esto no me sucede... Así que supongo que he de aprender a perdonar a los demás y a mí misma...
En medio de todo este lío emocional que debería intentar evitar, pero que aún no consigo (estoy en ello), ayer noche fuimos a ver un monólogo musical llamado 'The Lion' en un pequeño teatro de Londres. Creía que no iba a poder salir de allí. En ciertos momentos me empecé a marear, a incomodarme con el dolor de estómago, pensaba que me iba a caer... El protagonista del espectáculo, Benjamin Scheuer, explica su vida a través de canciones que canta e interpreta con seis guitarras diferentes a lo largo de la función! Madre mía qué maravilla! Desde la primera canción ya quedé enganchada a su historia, me metí en su piel y viví sus emociones... Las lágrimas aparecieron desde la primera canción, en la que explicaba cómo su padre le transmitió su amor por la música y por las guitarras... las guitarras! Ben explica maravillosamente su vida, sus sentimientos, su sufrimiento, cómo superó el cáncer y cómo eso le cambió la vida... concluyendo en que lo importante es sonreir y ser capaz de decir “te quiero” siempre que lo sientas. Diosss... sólo escribiendo esto ya lloro... De hecho, tras la función, explicándole a Ella lo que me había pasado, ya me puse a llorar desconsoladamente. Me apeteció saludar a Ben y decirle lo que me había conmovido su historia y agradecerle su valentía por compartirla con el público y hacerlo tan y tan bien. Sí, en Londres me siento más “abierta” o “expresiva”, menos tímida diríamos... no sé por qué...
En fin... Que Dejo Ir. Dejo ir mi relación de amistad, dejo ir mi sufrimiento, dejo ir el dolor, dejo ir el miedo y tan sólo me lleno de AMOR... AMOR puro que llene mi corazón y lo sane. Gracias!
No hay comentarios:
Publicar un comentario