miércoles, 6 de junio de 2018

Los trenes de la vida...

Decidir separarse de la persona a la que amas no es fácil. Mantener el silencio con ella durante semanas es altamente difícil. Si alguien ha pasado por ello, ya sabéis a qué me refiero. Pero a veces, no hay otra opción. No queda más remedio que mantener las distancias.

El silencio, la distancia y el contacto cero es la única manera de sanarse tras vivir una relación desequilibrada. Una relación donde la comunicación es complicada porque las dos personas hablan diferentes idiomas. Donde, por mucho que le expliques cómo te sientes, la otra persona no quiere ni puede escucharte. Donde, cuando tú tienes claros tus sentimientos, tienes claro lo maravillosa que sería vuestra vida en común y, por supuesto, que quieres tirar hacia adelante la relación, sentirte parte de la vida de la otra persona, y vivir el presente con intensidad; la otra persona tan sólo es capaz de empujarte, y se esfuerza por mantener una distancia para que no te acerques demasiado, pero tampoco te acabes de ir. En estos casos, irse es la única salida.

Quedarse, mantenerse en esa distancia que la otra persona marca, donde no recibes los abrazos que deberías, ni las atenciones que deberías, ni los besos que anhelas, ni el respeto que mereces, porque la otra persona no te los da para "mantenerte a raya", tan sólo provoca un dolor infinito que te aboca al abismo más profundo. Sí, ese dolor se diluye en cuanto ella vuelve a acercarse a ti pero, en el momento en que "ha dado demasiado" y vuelve a establecer esa distancia para que "no te hagas ilusiones", el dolor vuelve.

Esta situación te hace vivir en un puro estado de sufrimiento, de frustración, de incomprensión, de ira, de rabia, de tristeza, de ansiedad... Y acabas olvidándote de ti, teniendo en todo momento presente a la otra persona. Esperando a "que reaccione", que se de cuenta de lo bien que estáis cuando estáis bien, que se "deje de tonterías" y se lance a ti sin red... Pero pasan los meses, y todo sigue igual. Siguen los "no te quieros" y siguen sus esfuerzos por demostrarte que son ciertos. Y tú no entiendes nada, porque SABES que no es cierto. Tienes total certeza sobre ello, pero ya no puedes hacer nada para cambiar la situación.

Pasan los días e intentas ignorar "sus desprecios", sabiendo que son fuente de sus miedos, y de sus inseguridades. Pasas los días intentando quedarte tan sólo con los maravillosos momentos compartidos, con intentar hacer que cada encuentro sea único... Buscando nuevos planes para hacer juntas, maneras de seducirla, de conquistarla, de que se de cuenta de lo grande que es la relación que tenéis... Pero nada... Sí, los momentos compartidos, en su mayoría, son maravillosos... Aunque percibes el miedo en su mirada, a pesar de no querer verlo. Ves su predisposición a mantener la distancia y a no dejar que "pases la barrera".

Los pocos amigos a los que confías tu situación (ya que sabes que la mayoría no la entenderán) te dicen que intentes "pasar" más de la otra persona, que vayas "a la tuya", que hagas tu vida... Pero cuando estás totalmente enamorada y, por circunstancias externas, sólo puedes compartir algunos momentos con ella a la semana y dormir junto a ella 8 días al mes (como mucho), esperas esos días como agua de mayo y los marcas en el calendario con un arco-iris de colores. ¡Tienes 22 días al mes para ver a tu familia, amigos y demás! ¡Esos 8 son sin duda para tu amor! Al menos, así vivo yo el amor. No lo sé vivir de otra manera. Y tampoco quiero aprender.

Cuando, después de 2 años, ves que la otra persona sigue sin estar dispuesta a compartir más parte de su vida contigo, cuando sigue insistiendo en mantenerte a raya, cuando te sigue "despreciando" verbalmente y con según qué actos para alejarte, no te queda otra salida que darle la razón, rendirte y bajarte definitivamente de un tren en el que no te están dejando viajar con total comodidad, porque la mayor parte del tiempo sientes que no quiere que compartáis el mismo vagón e incluso que estás viajando pegada a la puerta de salida y en cualquier momento te empujarán para que salgas.

Sé que muchos vivimos situaciones similares. Hay relaciones que son fáciles, donde todo fluye sin más. Pero hay otras en las que hay dificultades. Sea por el motivo que sea. Y cuando eso pasa, tienes que preguntarte qué te hace o qué te hará sentir mejor: Si estar en una situación donde tienes más momentos de soledad, frustración y dolor que momentos de plenitud; o prescindir de esos momentos de máxima alegría y felicidad; para así mejorar tu calidad de vida a nivel general y ganar estabilidad emocional.

Por muy duro, difícil, devastador y rompedor que sea, os aseguro que escogeros a vosotr@s por encima de esa otra persona, o por encima de una relación que está estancada, es mucho más gratificante y empoderador. También os digo que debéis esperar a sentir que es el momento. Sentir que habéis hecho todo lo posible para que la otra persona reaccionara, que le habéis abierto vuestro corazón de par en par sin miedos y exponiéndole vuestros sentimientos con toda la honestidad posible, y que habéis vivido junto a la otra persona todo lo que os habéis permitido vivir hasta ese instante, disfrutando al máximo de esos momentos.

Cuando os sintáis preparados para ello, es el momento de preguntarle definitivamente si realmente quiere que bajéis de su tren "para siempre", de decirle que ya os ha empujado demasiado, y no podéis manteneros más ahí, a su merced, para que tan sólo os deje compartir vagón y viaje cuando le apetezca y, el resto del tiempo, os haga salir sin escrúpulos. Y, si no es capaz de deciros que no pero tampoco os quiere coger de la mano para compartir el viaje, si responde diciendo que quiere continuar así, lo mejor que podéis hacer es bajaros de ese tren.

Si alguien no nos escoge, debemos escogernos nosotros. Que la otra persona nos escoja o no pasado un tiempo, no dependerá ya de nosotros, sino de ella. Ya le hemos enseñado gran parte de lo que somos, ya le hemos abierto nuestro corazón. Ahora es su turno. No digo que les cerréis totalmente la puerta, simplemente que os bajéis del tren. Si ella realmente quiere que estéis en su vida, bajará a buscaros y os tenderá la mano. Si no, ya pasará otro tren... Pero en ese momento toca viajar un tiempo en solitario y sanar las heridas que ha provocado esa relación.

Una relación plena es aquella en la que las dos personas viajan en el mismo tren, en la misma dirección, hacia el mismo destino. Sí, a ratos pueden compartir vagón, a ratos pueden viajar en vagones diferentes, compartiendo momentos y vivencias con otras personas, pero sabiendo que las dos personas pertenecen al mismo vagón.

En una relación plena las dos personas se cuidan mútuamente. Hay complicidad, respeto y amor profundo. La una responde a las demandas emocionales de la otra, los sentimientos de cada una de ellas importan de igual manera.  Hay intimidad, confianza, muestras de afecto, cariño y palabras bonitas... Abrazos, besos y gestos llenos de complicidad. Hay sexo. Hay ganas de estar juntas, y de compartir muchas vivencias y muchos momentos, tanto buenos como malos. Diálogo constante y honestidad. Hay pasión. Hay sorpresa. Hay AMOR. Son las mejores amigas y las mejores amantes.

Yo no quiero una relación que no sea así. Lo tengo más que claro. Por ese motivo, he descubierto que estoy mejor sola que con alguien que me hace sentir sola. Aunque haya perdido los pocos grandes momentos que compartíamos, he ganado muchos más pequeños momentos. He ganado paz y tranquilidad. Y, por encima de todo, la he perdido a ella, pero me he recuperado a mí.

Si lo que leéis os resuena. Si estáis viviendo una relación que os hace sentir más frustración que felicidad, daros tiempo pero planteaos que vosotr@s decidís cómo queréis vivir vuestra vida. Pensad qué queréis de una relación y si la otra persona no está dispuesta a daroslo, pensad que quizás lo mejor será dejarla ir.

No pasa nada por estar solo. Es todo un aprendizaje. Te haces fuerte, valiente, independiente. Te conoces. Aprendes lo que quieres y lo que no. Aprendes a cuidarte, a darte mimos, y a respetarte.

Ah! y sobre todo! Con este artículo para nada es mi intención "culpar" a la otra persona. La sigo amando por encima de todo. Ninguna de las dos es "culpable" de nada. Simplemente, nuestras prioridades o necesidades en este momento del camino no son las mismas.

Yo tengo claro que prefiero vivir en pareja (sea conviviendo físicamente o no) pero, también tengo claro que la persona que esté a mi lado ha de querer compartir conmigo una relación plena tal y como yo la entiendo. No me conformaré con menos. Ya no.

También tengo claro que confío en el universo, en el tiempo divino... y que esa persona, sea la que ahora mismo me gustaría que fuera, o sea otra, llegará a mi vida. Porque si deseamos alguna cosa tanto, con tanta ánsia y seguridad de que eso existe, es porque eso es para nosotros. Sin duda alguna. Así que CONFÍO PLENAMENTE y, mientras llega, intentaré disfrutar y aprender del camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario