martes, 22 de julio de 2014

Los cuatro acuerdos de Don Miguel Ruiz

“¡Tú no sabes lo que es vivir la vida! Te conozco poco, pero por lo poco que sé de ti, y de todo lo que aún no has hecho, te quedan muchos años por vivir”.  Más o menos algo así me soltó una compañera de trabajo la semana pasada. Aunque en aquel momento me quedé parada sin saber qué decir, y aunque le intenté quitar hierro al asunto, de alguna manera esas palabras aún las veo como balas que esquivé, y que no me hirieron, aunque quizás me rozaron. Evidentemente, desapercibidas, no pasaron, porque si no, no estaría escribiendo estas líneas.

La compañera en cuestión hacía referencia a su sorpresa ante el hecho de que nunca he fumado porros, ni tan siquiera cigarros normales, y a que nunca he mantenido relaciones sexuales con nadie que no sea mi pareja…  Es decir, se supone que me he perdido lo mejor de esta vida… Sinceramente, no fumar no me frustra para nada. Es algo que no hago porque no quiero. No me apetece ni sentirme mareada al fumar un porro, ni que se me vaya la olla, ni probar la extraña sensación que debe causar un porro, como tampoco me apetece hacer “puenting”, ni escalar el Everest… Ok, fumar la mayoría de la gente lo hace; las otras cosas no. Pero todas ellas provocan “sensaciones” especiales… Bien, no me importa saber que no las sentiré, porque es mi elección. Me quedo con las “sensaciones” que escojo, mucho más ligeras: nadar en el mar, emocionarme escuchando una canción mientras conduzco… Y puestos a “frustrarme” por sensaciones que no podré disfrutar, en todo caso lo haré por no haber ido aún en una moto de agua, por no haber viajado en un pedazo de yate, o por no haber estado en un hotel-cabaña en medio del mar… Pero no por no fumar, por eso no me frustro, ni me frustraré, ni me importa que todo el mundo lo haya probado y yo no… Llevo más de 20 años sin tener problema por decir “NO” cuando me ofrecen un tabaco.

Si soy sincera sí que me puede “frustrar” algo más no haber tenido relaciones sexuales con otra persona…  Pero también es mi elección, con lo cual, en el fondo si no lo he hecho es porque no he querido y, realmente tampoco me quita el sueño. No me puedo quejar para nada de mi vida en pareja. Sí que fantaseo, evidentemente… y no cierro puertas a nada… siempre y cuando sea escogido por mí y por mi pareja, desde el respeto y con honestidad. Algo que no siempre es fácil de hacer, pero bueno…

Sí que tuve la sensación, cuando me soltaron eso, de que mis otras compañeras se quedaron en plan “anda lo que le ha dicho”, pero no le di importancia… aunque al rato algunas me preguntaron “estás bien?” Y claro, me quedé pensando: “me debo sentir atacada?” “quizás en otro momento, años atrás, esas palabras me hubieran herido y me hubieran hecho llorar… Incluso mi mente, mi “ego” quiso llevarme a ese momento, pero algo en mí dijo:

- eh! No seas tonta, ¿no ves que la persona que te lo ha dicho ha querido pasarte su frustración por otros temas? Si tú no te sientes realmente frustrada por eso,  a esos niveles, ¿por qué te afecta que te digan esas cosas?

- Supongo que me afecta porque de alguna manera siempre queremos gustar, o porque nos importa lo que opinan los demás de nosotros… yo no quiero que piensen que soy una mojigata frustrada!

- Pero a ver…  eres tonta o qué? Desde cuándo te afecta lo que piensen los demás?

- Desde siempre. Aunque lo quiera evitar, me afecta en mayor o menor medida…
- Pues no te debe afectar!! Cada uno ve la realidad desde su punto de vista. Cada uno se hace su propia película y es su protagonista (como diría Don Miguel Ruiz) y cada uno ve a todo aquel que forma parte de su vida como quiere verlo, y tú no  puedes controlarlo… Así que no tiene sentido que te afecte lo que piensan los demás de ti, porque realmente nunca vas a saberlo… Dedícate exclusivamente  a ser tal y como eres, y a gustarte a ti mismo/misma y a serte fiel.

- Cuánta razón tienes!!

Sí… este sería mi diálogo interior más o menos. Yo me lo guiso, yo me lo como!

Es en estos momentos, en los que se te presentan estos retos en la vida, en los que se pueden poner en práctica las enseñanzas de los libros que leemos… Por ejemplo, ahora me estoy releyendo ‘El Quinto Acuerdo’ de José Ruiz, el hijo de Don Miguel Ruiz.

Me gusta mucho. Es muy interesante. Se basa en los cuatro acuerdos en los que, según ellos, debemos basar nuestra actitud ante la vida, haciéndolo todo mucho más fácil. Son los siguientes:

1. Sé cuidadoso con tus palabras. Básicamente, ten cuidado con lo que dices porque tus palabras pueden herir.
2. No te tomes nada personalmente. Se refiere a lo que comentaba antes. Cada uno vive su película y ve su realidad, y el mundo a su manera. Las reacciones de las personas que nos rodean son “su problema” no “nuestro problema”, con lo cual, si alguien intenta herirte, es porque en el fondo él está herido, con lo cual, envíale amor y no se lo tengas en cuenta. Ten compasión.
3. No hagas suposiciones. Básico. Siempre (yo, al menos) estamos suponiendo porqué la gente hace lo que hace, y no tiene sentido. Podemos estar equivocados. Lo peor es que a veces modificas tu comportamiento hacia una persona porque haces tus propias suposiciones, y puede que estés equivocado… La solución: no supongas.
4. Haz siempre todo lo mejor que puedas. Fácil.

Y, el quinto, que añade este libro es “Sé escéptico, pero aprende a escuchar”. Estamos en un mundo ficticio en el que todos vivimos nuestras propias películas y utilizamos las palabras para intentar comunicar nuestra realidad, pero no es “la realidad”, es lo que “creemos que es la realidad”. Con lo cual, no nos creamos lo que nos dicen a pies juntillas.

Volviendo a la frase que origina el “conflicto” inicial de este artículo, tras pasarlo por el filtro de los cinco acuerdos, todo se esfuma como el humo, directamente… qué fácil, no? Pues sí. Así de fácilmente podemos evitar el sufrimiento que nos pueden provocar los comportamientos y las actitudes de los demás. Pero a veces, nos gusta complicarnos la vida!

Y, claro, hay hábitos que tenemos muy enraizados, y cuesta cambiarlos! Nosotras decimos. Claro, si seguimos al pie de la letra los cinco acuerdos… de qué hablamos? Ahora no podemos criticar a este o al otro, o intentar adivinar porqué tal o cual habrá hecho esto o lo otro… Ciertamente lo complicado es cambiar estos hábitos adquiridos, pero ¡poco a poco!

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