martes, 27 de noviembre de 2018

Sobre la autoestima

Hace tres meses le exponía a una amiga de manera sumamente apasionada (como me ocurre cuando algo me parece de vital importancia) que era totalmente necesario ofrecer cursos de autoestima a las personas. A todas pero quizás, especialmente, a las que se encuentran en peores situaciones a nivel social pues, mejorando su autoestima, mejorarán su calidad de vida.

Si en lugar de dar tan sólo dinero, los Servicios Sociales ofreciesen cursos de autoestima a los usuarios, mucho mejor funcionaría la sociedad. Pero claro, los usuarios quieren soluciones fáciles y rápidas. Dinero y punto. Es como los "enfermos". En lugar de intentar descubrir el origen de su enfermedad o desequilibrio energético, deciden solucionarlo por la vía rápida. Medicamento y punto.

En mi mundo ideal, en las escuelas se ofrecerían dos asignaturas obligatorias desde bien pequeños: autoestima y educación emocional; y educación espiritual. Estoy convencida que nuestra sociedad evolucionaría instantáneamente a niveles de consciencia mucho más elevados.

Volviendo a la autoestima, le preparé a esta amiga un "programa-resumen" de este curso utópico que le proponía. La introducción era ésta:

Desde pequeños nos hicieron confundir auto-estima con egoísmo, cuando son dos cosas totalmente diferentes. El problema existe cuando "evitando" ser egoístas, hemos acabado "evitando" querernos a nosotros mismos, con lo cual aceptamos y permitimos ciertos actos y/o conductas que, si nos quisiéramos realmente, no aceptaríamos.

La falta de auto-estima afecta tanto a hombres como a mujeres, pero, dadas las dificultades y las exigencias que ha vivido la mujer históricamente, siempre hemos cultivado menos el amor propio, ignorando que es VITAL para nuestro desarrollo y para vivir con plenitud esta vida.

Para amarnos, debemos aceptarnos y, para aceptarnos, debemos saber cómo somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.

Una vez conseguimos empezar a amarnos, no aceptaremos en nuestra vida a nadie que nos falte el respeto y, además, podremos amar desde la conciencia, dando aquello que tenemos y sin necesitar que nadie nos "llene" de algo que ya nos podemos proporcionar nosotros/as. Nuestra felicidad no dependerá de nadie, tan sólo de nosotras mismas.

Además, esta plenitud se contagiará a nuestro alrededor y seremos un ejemplo tanto para nuestros hijos como para todo aquel que forme parte de nuestro entorno.

Sincrónicamente, el pasado domingo apareció en mi Instagram una oferta de un curso online de Autoestima ofrecido por Santos Ávila. Decidí aprovecharme de esta oferta y apuntarme a este curso. Estoy realizando aún las prácticas de la primera semana, pero me parece muy interesante y, como ya os he señalado en algún que otro artículo anterior, me encanta lo didáctico que es Santos. Lo explica todo de manera clara y sencilla.

¿Cómo está mi autoestima actualmente? Sinceramente, creo que no está por los suelos; pero tampoco siento que esté muy boyante. Podría mejorar. Siempre se puede mejorar en todo. Pienso que este curso la beneficiará enormemente.

Hace unos minutos he ido a parar a una cita de Don Miguel Ruiz en Instagram que decía lo siguiente: "El secreto real detrás del compromiso en las relaciones es que todo empieza con un compromiso contigo mismo, y tú empiezas este compromiso contigo mismo dejando ir la idea de que debes cambiar para ser amado por otra persona".

Es decir, que lo más importante es comprometerse con uno mismo y amarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. No hay nadie perfecto pero, a la vez, todos somos perfectos con nuestras imperfecciones y, lo más importante para vivir en esta sociedad y tener unas relaciones sanas es amarnos a nosotros mismos. Sólo entonces podremos amar a los demás. ¿Estáis de acuerdo?

domingo, 25 de noviembre de 2018

Sobre la compasión y el cambio

Dicen que no puedes cambiar a nadie, si algo no te gusta, cambia tú. Eso es totalmente cierto.

Si tu jefe no te gusta, cambia la manera de la que los miras. Intenta comprender por qué actúa como actúa, trata de ser compasivo con él. La compasión es básica en la aceptación de las personas que nos rodean, empezando por nosotros mismos.

La compasión no es "sentir pena" por la otra persona, es tratar de comprenderla, tratar de ponerte en su situación y tratar de entender porqué actúa de la manera que lo hace, teniendo en cuenta su "background" cultural, su entorno familiar, la vida que ha vivido y las vicisitudes por las que ha tenido que pasar.

Nadie hace daño a nadie porque sí. Todas las personas actúan de la manera que piensan que lo hacen mejor. Lo hacen tan bien como pueden.

Por ejemplo, mis padres me han educado de la manera que ellos pensaban que era lo mejor para mí. Me han dado amor de la manera que ellos han sabido. Me han inculcado los valores que ellos consideraban que eran buenos para mí.

No puedes pedir "peras al olmo". No podía pedirles que me agasajaran con palabras de amor, ni que me abrazaran, ni que fueran sumamente cariñosos o compasivos conmigo, porque no sabían cómo hacerlo. Lo hacían, y lo hacen, tan bien como pueden.

Esto nos pasa en todas las relaciones. Debemos saber lo que podemos esperar de cada persona. No puedes esperar que una persona fría te reciba con abrazos, ni que una persona super racional, entienda tu lado visceral o tu pasión por la espiritualidad.

Pero es curioso cómo nos enfadamos unos con otros porque esperamos que sean como nos gustaría, en lugar de aceptarles como son.

Realmente, aceptar a las personas como son nos descarga de un gasto de energía inútil. Si los aceptamos como son, dejamos de enfadarnos porque no actúan como nos gustaría, dejamos de intentar cambiarles y, sobretodo, dejamos de malgastar nuestra propia energía en el inútil sentimiento de frustración.

Ahora, de la misma manera que nosotros aceptamos a los otros tal y como son, ellos deberán aceptarnos como somos, y deberán respetarnos y escucharnos cuando tengamos algo que decir.

Es cierto que a menudo me encuentro delante de muros. Por mucho que grite, intente expresar mis sentimientos y verbalizar mis emociones, me encuentro con el vacío. Mi propio eco. Es imposible la comunicación o, como mínimo, yo no consigo establecerla de manera coherente. Es como mantener dos conversaciones paralelas, una persona tiene un discurso y la otra tiene otro totalmente diferente, no hay ni un punto de acuerdo.

Siguiendo la práctica del ho'oponopono intento pensar: "¿Qué parte de mi está provocando esta incapacidad de comunicación? ¿De qué manera no me comunico con honestidad conmigo misma?" De momento, no consigo encontrar ninguna respuesta coherente, pero seguro que la hay. Intento seguir diciendo "gracias y te amo", tal y como indica esta técnica. A ver hasta dónde llego.

¿Cuál es la solución en estas situaciones? Supongo que la aceptación o la huida. Pero hay situaciones, o relaciones, de las que no puedes huir. No te queda más que aceptarlas y aprender con ellas.

Creo que durante este proceso de cambio estoy aprendiendo a aceptar y a dejar ir. A centrarme en mí sin más. A dejar de intentar cambiar a nadie, pero a decir lo que siento, o como mínimo intentarlo.

Dicen que las personas con las que establecemos las relaciones más importantes de nuestra vida son nuestros mayores maestros. Son los que han venido a este mundo a enseñarnos las mayores lecciones. Todos ellos son espejos de partes de nuestro interior que no tenemos sanadas, y aparecen en nuestras vidas para ayudarnos a sanar.

Si empezamos a darnos cuenta de eso, todo cambia, porque dejamos de culpabilizar a la otra persona por "lo que nos hace" para pasar a agradecerle que sea nuestro espejo y nos muestre todo aquello que debemos sanar: nuestra inseguridad, nuestra falta de autoestima, nuestras heridas interiores... nuestra propia dureza con nosotros mismos...

Cuando algo te duele especialmente, plantéate por qué. Qué te ha causado ese dolor. Qué sientes. Qué hay en ti que hace que reacciones de esa manera ante cierta acción. Cuándo fue la primera vez que sentiste ese dolor en tu vida. Qué te lo provocó. Intenta retroceder a tu pasado, contactar con tu niño interior y sanarlo, acompañarlo en el proceso.

Las relaciones son lo más complicado, pero a la vez lo más maravilloso de nuestras vidas. Sin amor, sin amigos, sin familia... ¿en qué nos convertimos? Somos seres sociales. Hemos venido para vivir en sociedad y para darnos cuenta de que todos somos iguales, que todos somos uno. Que la separación es una ilusión, que el miedo es una ilusión y que lo único real es el amor. Y es a través del AMOR y de la compasión absoluta que debemos construir todas nuestras relaciones.

Admito que, como humana que soy, tengo un ego desarrollado que me conduce muchas veces a hablar más de la cuenta, o a intentar cambiar o forzar situaciones... Pero estoy aprendiendo a ser autocrítica y a intentar callar más de lo que lo hago, aunque a veces me cuesta. Estamos en este mundo y nos han regalado esta vida para aprender, para jugar y para tratar de disfrutar al máximo, y en eso estamos.